
Como siempre que queramos inculcar algún valor a nuestros hijos, predicar con el ejemplo es la mejor forma que de momento se ha descubierto. De nada sirve darles lecciones de generosidad si nunca les dejamos nuestras cosas porque todas ‘son de mayores’.
No existe una edad ideal para empezar a estimular la generosidad en nuestros pequeños ni tampoco una voz clara al respecto, pero la mayorÃa de psicólogos coinciden en que durante los primeros 5 años de nuestra vida ya se habrá formado gran parte de nuestra personalidad, asà que no esperes mucho.
No te agobies si ves que ya desde pequeños marcan su propiedad sobre sus juguetes, es una reacción biológica natural. Atacar este comportamiento con vehemencia no suele dar buenos frutos. El refuerzo positivo, premiarles cuando muestren generosidad, es un camino más lento pero más seguro y con muchas más probabilidad de llegar a buen puerto.
Enfoca la generosidad desde el punto de vista de la utilidad y de la bondad, no trates de imponerla. Si te hace falta alguna cosa, uno de sus rotuladores o un libro, pÃdeselo a ellos; les harás sentirse útiles y relacionarán este sentimiento placentero con compartir.
Los juegos en grupo son un instrumento muy valioso para que aprendan a tener paciencia, a esperar su turno y a compartir, y en general a ponerse en lugar del otro, una de las claves del comportamiento empático. No deberÃas esperar a que empiecen el colegio y jueguen con otros niños y niñas; juega tú con ellos y ve poco a poco enseñándoles y mostrándoles como perder y ganar con clase y salero.
Una vez hayan empezado ya a jugar con otros niños, no te metas en todas las luchas por los juguetes. De la propia experiencia es de donde más y mejor y se aprende, y tan pronto tus hijos comprueben que el ser egoÃstas consigue que sus amigos no quieran jugar con ellos, empezarán a planteárselo de otra forma. Es el momento en el que podrás intervenir, premiando su comportamiento generoso y explicándole.
Ten en cuenta que en ocasiones las actitudes egoÃstas o los comportamientos celosos reflejan estados de ánimo o conflictos que van más allá del mero hecho de no querer compartir. Un nuevo colegio, mudarse de casa o el fallecimiento de una mascota pueden hacer que tus hijos se aferren a sus posesiones al representar estas una continuidad que les aporta seguridad durante los cambios.En estos casos, trata de ser paciente; todos pasamos por mejores y peores temporadas.
Cuando somos niños, no somos especialmente capaces de atender otras necesidades o deseos que no sean las nuestros, salvo si nos lo explican con calma. Cuando tus hijos te pidan cosas, moléstate en explÃcarles por qué sà o por qué no, y guÃales sutilmente para que tengan en cuenta las opiniones de toda la familia.
La parábolas nos han acompañado desde tiempo inmemorial como una de las mejores formas de transmitir a las nuevas generaciones los valores y aptitudes más importantes, asà que no dudes en echar mano del genio de Oscar Wilde para ayudar a tus hijos e hijas a ser más generosos y empáticos con el mundo.
El cuento de El Gigante EgoÃsta es uno de sus relatos cortos más conocidos y adaptados a todos los géneros, desde pelÃculas a musicales. En YouTube puedes encontrar varias de las versiones animadas que se han hecho a lo largo del siglo XX.