
Aunque en invierno haga frÃo se pueden hacer planes fantásticos en familia. En el post Jugar fuera en invierno ya te contamos lo saludable que es que los niños estén en la calle durante esta estación. También han sido varios los artÃculos que hemos publicado sobre deportes de invierno como Patinar sobre hielo. Pero hoy queremos centrarnos en el esquÃ. Esquiar con niños no tiene por qué ser complicado ni peligroso. Basta con tener en cuenta una serie de consideraciones. Barriguitas Cabaña en la montaña lo sabe bien, es una experta esquiadora. Por eso, le hemos preguntado acerca del tema y nos ha dado unos consejos para papás y mamás que quieran llevar a sus hijos a deslizarse por la nieve. ¡Atentos!
Consejos para esquiar con niños
Diversión ante todo
Lo fundamental es que el niño se lo pase bien. ¡No le agobies! Si consigues que tu hijo vea la nieve como algo divertido, donde puede jugar y divertirse con sus padres y hermanos, ¡habrás dado un primer paso gigante! Porque con esta actitud positiva, cada vez que se encuentre con una dificultad, la verá como una aventura y no como un problema. “Cuando esquÃo soy feliz, me olvido del frÃo y el viento. ¡Para mà es un juego! Si me caigo, me vuelvo a levantar”, comenta Barriguitas.
La edad adecuada
Desde que el niño empieza a andar (alrededor de los 2 años) puede tomar contacto con la nieve. “Pero, ¡ojo!”-advierte Barriguitas- “Eso no significa que pueda esquiar”. Los expertos no lo recomiendan. No sólo porque los músculos y huesos aún no están del todo formados, sino también porque no se ha producido un total desarrollo psicomotriz. Durante estos primeros años, sin embargo, tu hijo puede andar por la nieve, familiarizarse con el equipo, acostumbrarse a estar en la montaña pero sin esperar avances. Sólo a partir de los 8 años notaremos progresos y podremos pedirle que suba al telesilla y baje por distintas pistas.
Paciencia, mucha paciencia
El niño tendrá que ir poco a poco. Al principio es recomendable que sólo vaya a jugar con la nieve, subir en trineo y hacer muñecos de nieve. Estas actividades que son básicamente juegos, le servirán para acostumbrarse al equipo (botas de esquÃ, anorak, pantalones, guantes, gorro y gafas). “Al principio es un poco incómodo para los peques porque limita sus movimientos”, confiesa Barriguitas.
Una vez que se habitúe a este “engorro” y lo vea como algo normal, conviene que pase al parque de nieve. Casi todas las estaciones de esquà tienen estos recintos cerrados especialmente acondicionados y seguros para que los niños empiecen a esquiar. Al cabo de un tiempo, los monitores que están allà serán los encargados de decirte si tu hijo está preparado para empezar en la pista de principiantes.
Con monitor siempre
Aunque seamos papás/mamás expertos esquiadores, no tenemos los conocimientos y las técnicas que tienen los monitores. Podemos saber esquiar muy bien, pero enseñar es muy distinto y más a niños. También conviene saber que unas pocas clases no son suficientes para que el niño baje por cualquier pista. El esquÃ, a parte de técnica requiere práctica. Barriguitas añade: “El profesor sabe mejor que mis papás cuál es el estado de la nieve y mi nivel. ¡Me siento más segura si le hacen caso!”.
El tiempo y el estado de la nieve
Hay que consultar el estado meteorológico, sobre todo por el viento y el frÃo. En la medida de lo posible hay que evitar que la situación sea desagradable para los peques. “Yo prefiero empezar a esquiar más tarde y que la temperatura sea más agradable”, dice Barriguitas Cabaña en la Montaña.
Por otro lado, también es importante saber el estado de la nieve. Si el niño no frena perfectamente con nieve en polvo, puede tener serias dificultades con nieve dura. Por lo tanto es recomendable que nosotros subamos a la pista primero o que antes de coger el telesilla preguntemos cómo está la nieve arriba. Ante todo, precaución. Y si la pista esta en mal estado, nunca, nunca obligues a los niños a bajarla. Esta experiencia les puede marcar.