
¿Hay dÃas en los que tus hijos simplemente te hacen perder los nervios? A casi todos los padres les ocurre esto de forma ocasional. Sin embargo, hay padres que no saben controlar bien sus emociones y lo ocasional se convierte en crónico. Si este es tu caso, aquà van algunas claves sobre como no perder la calma y educar a tu hijo sin agobios.
Perder los nervios no funciona ni es positivo para nadie. De lo contrario, ser padres y educar serÃa muy fácil. La próxima vez que nuestro hijo hiciera algo “mal” o que nos irritara, lo único que tendrÃamos que hacer es gritarle, éste saldrÃa de la habitación corriendo, cambiarÃa su comportamiento y todos estarÃamos contentos. Pero sabemos que no es asÃ.
No es personal.
Acuérdate de que hagan lo que hagan no te lo están haciendo a ti. El hecho de que te sientas ofendido o avergonzado por el comportamiento de tu hijo, no significa que tu hijo quiera ofenderte o avergonzarte. Como padre, intenta no proyectar y se objetivo. El adulto eres tú. Y acuérdate de que el padre efectivo no es el que nunca pierde los nervios, es el que encuentra la solución. Antes de regañarle, valora la situación. Pregúntate por qué tu hijo se está comportando de esa manera. ¿Está cansado? ¿Está llamando la atención? Quizás esté reaccionado porque te ve agobiada o con demasiada prisa.
Ve un paso por adelante.
Si hay algo que te saca de quicio, prepara tu reacción con antelación. Detecta qué te hace sentirte especialmente vulnerable. Siéntate un minuto y escribe una lista de las cosas o situaciones que te hacen perder los nervios. Por ejemplo: ir al supermercado, la hora de los deberes, la hora de cenar…Ahora piensa en cómo vas a reaccionar si las cosas se tuercen. Seguro que con la distancia serás más objetiva que reaccionando en caliente.  Siempre que se pueda, evita las prisas.
Si es demasiado tarde, reconócelo.
Si ya has perdido los nervios, reconócelo y de manera tranquila habla con tu hijo sobre lo que ha pasado y cómo podrÃais enfrentar este problema entre los dos. Acuérdate de que tú eres el adulto y predica con el ejemplo. A la larga, regañar sólo lleva al niño a sufrir y a dañar su autoestima. De lo contrario, puede convertirse en un eterno rebelde que desafÃa la autoridad continuamente.
Recuerda evitar hacer comparaciones y ayúdale a tomar decisiones. Sobre todo, elogia sus logros y aciertos y no critiques su debilidades, asà encontrará sentido al esfuerzo.
Desahógate y corrige el error. No somos perfectos y todos tenemos nuestros dÃas. Si has perdido los nervios con tu hijo, no ayuda el sentirse culpable. Habla con tu pareja o alguien de tu confianza para desahogarte. Es importante poder hacerlo ya que hablando y escuchando al otro se aprende de la situación para no repetirla.