
Igual que los adultos, hay muchas razones por las que un niño se puede comportar de manera agresiva. A veces es por agotamiento o por sobre estimulación. Otras veces es por frustración o rabia. Algunas veces su comportamiento se debe al ejemplo que ven en casa. También existen casos de niños que se muestran agresivos simplemente porque les funciona a la hora de conseguir lo que quieren. Pero si ahondamos más, descubrimos que estos comportamientos agresivos se deben a que aun no han desarrollado sus habilidades lingüísticas, no saben regular sus emociones y sienten un deseo descomunal por ser independientes. Por eso, si un amigo le quita un juguete puede acabar dándole un manotazo o un buen mordisco. Aunque a ti te sorprenda e incluso te avergüence, hasta cierto punto, es normal. Lo importante es no solo recordarle que ese comportamiento es inaceptable sino educar y enseñar a tu hijo que hay otras maneras de expresarse y a solucionar conflictos.
Consecuencias. Es importante que pongas fin a este tipo de comportamiento y que entienda que ha hecho algo malo. Una vez que le hayas apartado del conflicto, procura entender qué le ha llevado a comportarse así. Manteniendo la calma, habla con tu hijo y hazle entender que ese comportamiento tiene consecuencias (sus amigos ya no querrán jugar con él, puede causar mucho daño, se quedará sin ir al parque…) Elige una consecuencia lógica para su edad y se un ejemplo a seguir. Si tu controlas tu temperamento, tu hijo aprenderá a controlar el suyo. Ten en cuenta que las consecuencias deberían conllevar disciplina no castigo. Avergonzando a tu hijo, por ejemplo, puede desatar más actos agresivos.
Pedir Perdón. Cada vez que se muestre agresivo, tiene que aprender a pedir perdón. Al principio, serás tu quien le lleve de la mano y le anime a disculparse. Pero poco a poco, aprenderá a dar la cara. Anímale a identificar el problema y a pensar en el otro. “¿Cómo crees que se debe sentir tu amigo ahora?” “¿Cómo te sentirías tu si te hubiese hecho lo mismo?” Al ponerse en el lugar del otro, se verá forzado a empatizar, una capacidad importantísima a tener y que está relacionada con la compasión. Cuanto más empatía sienta hacia los demás, mejor será su conducta.
Otras formas de expresión. Igual que los adultos, es totalmente normal que tu hijo se enfade con otro, tenga razón o no y es importante que sepa manifestar ese enfado. Pero nunca pegando, gritando o mordiendo a otro. Juntos, pensad en otras maneras de expresar esa rabia o enojo: hablando, acudiendo a un adulto, dándole una patada a un balón o simplemente alejándose. Explícale que tu también te enfadas y cuéntale lo que haces cuando te ocurre.
Centrarse en lo bueno. Es imprescindible hacerle ver lo inaceptable que es ser agresivo peor es igual de importante recalcar su buen comportamiento. Cada vez que se porte bien, díselo.
Es muy fácil reaccionar a la agresividad de tu hijo con rabia o alzando la voz pero recuerda que lo que busca tu hijo son claves sobre cómo controlar sus impulsos y saber comportarse. Tu eres el espejo en el que se mira.
¿Cómo te enfrentas tú ante la agresividad de tu hijo? Si te ha funcionado a ti, otros se pueden beneficiar de tu experiencia. No olvides compartirlo con nosotros.