
Hablar con nuestros hijos de ciertos temas resulta incómodo, pero si no lo hacemos por miedo o ignorancia, alguien terminará haciéndolo en nuestro lugar, educándoles en su propia versión de las cosas.
Darles una explicación sobre el mundo al que los hemos traÃdo no solo es nuestro derecho sino nuestra obligación como responsables de nuestros hijos e hijas. Al igual que les enseñamos a comer y a lavarse, debemos alimentar su cerebro con información de calidad y de forma adecuada.
La muerte es posiblemente el tema más duro de tratar con niños muy pequeños, y se puede convertir en todo un reto si además tú estás triste, pero es una conversación necesaria para su bienestar. La muerte forma parte de la vida y necesitan entenderla.
Sin embargo, el “impulso vital”, aquello que nos empuja a seguir adelante como seres vivos y que ha permitido a nuestra especie llegar hasta hoy, es tan fuerte en los niños que quizá no comprendan del todo el concepto de la muerte. Es común que niños en edad preescolar crean que una persona muerta simplemente está de viaje o dormida, y aún cuando fuese un fallecimiento cercano, les costará asimilar las causas de la muerte o que a todos nos pasa.
Cada persona, niñ@s incluidos, procesan los sentimientos de forma diferente. Puede que tu hijo tenga comportamientos frÃos o más infantiles o que haga cosas extrañas relacionadas con la muerte y sus sÃmbolos. No le impidas desarrollarlos; está procesando y expresando sus sentimientos. Responde con cariño, respeto y comprensión para que no le cause ningún problema emocional en el futuro.
Para hablar de la muerte con tus hijos, busca un momento en el que te sientas emocionalmente capaz, pues no debes evitar sus preguntas ni utilizar eufemismos que los puedan confundir. Si dices “se ha ido”, pensarán que se ha ido. Déjales expresarse y responde con frases y conceptos sencillos, acompañados de tus sentimientos.
Nunca parece tampoco un buen momento para hablar de sexo, pero afrontándolo con seriedad y sin hacer una montaña de ello nuestros hijos pueden ir poco a poco comprendiendo de forma sana la reproducción humana.
Todas las personas merecemos respeto y para alcanzarlo, la tolerancia es algo que debe inculcarse desde el principio. Hablar con nuestros hijos de porque otros niños son diferentes les ayuda a entender que las diferencias nos hacen más fuertes y que no pasa nada por ir en silla de ruedas o tener diferente color de piel.
La violencia, por otro lado, es un tema que la sociedad de la información nos mete en casa todos los dÃas y mucho antes de lo que quisiéramos. Los estudios más sobrecogedores como este de una comisión del Senado de Utah (en inglés) hablan de que al cumplir los 18 años un niño norteamericano ha visto 16.000 asesinatos de ficción y 200.000 actos de violencia. No nos cuesta imaginar que los datos se acercan mucho en cualquier otro paÃs.
La avalancha de violencia es tal que no tienes forma de protegerlos contra ella creando barreras, y mucho menos a medida que crezcan. La mejor solución práctica es prepararle para lo que ve.
Mientras somos niños, la misión principal del cerebro es absorber información, no diferenciar realidad de ficción. Es normal que crean que pelÃculas o videojuegos son la vida real hasta los 4 o 5 años, por lo que es muy recomendable que veas la tele con ellos. Haz una selección de programas, pelÃculas y series guiándote por el sentido común para alejarte de la violencia, excesiva y gratuita que no aporta nada.
Cuestiónales sobre lo que ven. No dejes que acepten la violencia como algo normal y si tienen problemas en la vida real, guÃales y ofréceles alternativas para salir de situaciones conflictivas. Más vale maña que fuerza, también el siglo XXI.