
Quizás nunca lo confiesen abiertamente pero la mayoría de los padres sienten predilección por uno de sus hijos. Esto también les ocurre a los niños: que prefieren a uno de sus dos padres. Ya seas papá o mamá, seguramente, en algún momento, te habrás sentido “el rey del mambo” o ese ser absolutamente invisible. Cuando eres el “favorito”, a tu hija no la puede contener nadie mejor que tu. Ni hay nadie mejor que tú a la hora de jugar, darle de comer, cepillarle el pelo o leerle su cuento favorito… Eres su confidente y su máxima aspiración. En definitiva, eres “el mejor.” Pero cuando ocurre lo contrario, aunque siendo un adulto, es difícil no sentirse rechazado. ¿Es algo personal? ¿Temporal? ¿Por qué ocurre y cómo podemos evitar conflictos?
Te alegrará saber que jugar a favoritos es algo muy común en los niños de edad pre-escolar y no tiene que ver necesariamente con que seas el mejor o el peor. Es señal de que tu pequeño está aprendiendo a ejercer su independencia y a tomar decisiones. Elegir a uno, aunque sea por un tiempo limitado, también le ayuda a explorar las relaciones, la intimidad, la idea de la separación y apego. A veces un niño prefiere al que está más presente. Otras, prefieren estar con el que echan de menos.
Ser el elegido hoy no significa que lo seas para siempre. Si, los niños, al igual que con sus juguetes, suelen cambiar de favoritos. Pero en realidad lo que están haciendo es tomar decisiones. Querrá que le leas éste cuento, no el otro. Querrá tomar agua de este vaso, no de ese y jugar a esto, no aquello.
Si te toca ese rol privilegiado, intenta no acaparar toda su atención y procura quitarte del medio de vez en cuando. Incluye al otro de manera positiva y aunque sea verbalmente: “A tu mamá, le encantaría jugar a esto”, o “que suerte que tenemos de que papá sea tan divertido”. Nunca hagas lo que hace tu hijo: tomar partido. Es tu responsabilidad incluir al otro y darle su lugar.
La próxima vez que tu hijo exija que seas tu el que le bañe, la respuesta podría ser: “No cariño, papá tiene que hacer otra cosa ahora, es el turno de mamá.” Y si a esto le añadimos un elemento que refuerce lo positivo, mejor: “Además, a mamá se le da mucho mejor el champú o hacer olas/pompas en la bañera.”
Pero si te toca ser el invisible, hasta el adulto más comprensivo, puede llegar a sentirse herido. Lo importante en este caso es darle a tu hijo el espacio y el tiempo necesario para cambiar de opinión y evita sentenciar la relación con frases como: “ya se que no soy tu favorita”. De hacerlo, solo estarás convirtiendo una fase importante del crecimiento de tu hijo en una falsa verdad. La próxima vez que rechace un abrazo o un beso, no te ofendas. Quizás sea cuestión de contestar con una simple frase como ésta: “Bueno, tal vez mañana me lo des.”
Mientras tu pareja disfrute de ser “el mejor”, aprovecha para hacer todo aquello para lo que nunca tienes tiempo. Queda con un amigo, haz ejercicio, mira una película… Así todos ganan.
Recuerda que tu eres el adulto. No conviene hacer todo lo que te pida tu hija solo por lograr convertirte en su favorito. Aunque está bien dejarle saber que algunas cosas te pueden hacer daño, evita decirlo con enfado o hacerte la víctima. Al contrario, es importante que sepa que tu estás allí para ella y que la quieres por encima de todo.
Mano a mano. Aunque seas el “invisible” es importante pasar tiempo juntos, a solas. ¿Por qué no empiezas a crear momentos tradiciones especiales? Una caminata, una visita al zoo, jugar a su juego favorito… Sobre todo, no pierdas la esperanza. Los favoritismos en los niños es una etapa pasajera.
Con tu pequeño, ¿te sientes el rey del mambo o el ser invisible? ¿Cómo logras convivir sin que te/os afecte en lo personal? Comparte tus experiencias con nosotros.