
La temida pregunta: “Mamá, ¿de dónde vienen los niños?”, nos descoloca porque no sabemos bien cómo afrontarla. Lo fácil es recurrir a fábulas como ‘la cigüeña’ o usar términos figurativos como ‘la semilla y la flor’ para explicarlo, pero abordar el tema asà hará que a larga el niño descubra la verdad y no confÃe en nosotros. Si hablamos con ellos abiertamente desde que son pequeños, conseguiremos que, llegados a la adolescencia, recurran a nosotros para que les resolvamos las dudas propias de su edad. La clave es convertirnos en su fuente de confianza y crear, el siempre necesario, vÃnculo de comunicación. Escrito suena sencillo pero siendo realistas, llevarlo a la práctica se nos hace complicado. Ahà van algunos consejos y puntos de vista de expertos sobre la cuestión.