
Las muñecas son un fantástico juguete con el que los niños (sÃ, los chicos también), deberÃan tener la oportunidad de jugar. Enseñan a tu hijo a conocerse a sà mismo y el mundo que le rodea. Sin embargo, en la mayorÃa de los casos, cuando vemos a nuestro hijo jugando con muñecas, nos angustiamos. Tal y como apunta el psicoterapeuta Jonathan Alpert, en este artÃculo del Huffington Post, ésta es una preocupación muy habitual entre los padres. Se debe al miedo. Miedo a que si nuestro hijo desarrolla interés por peinar a una Nancy, cuidar a un Nenuco o vestir a Barriguitas, se está inclinando hacia la homosexualidad. Y, tememos ser los responsables de esa orientación sexual, de ver sufrir a nuestro hijo ante el rechazo social. Pero, que te quede claro: Jugar con muñecas, siendo niña o niño, es normal.

Seguro que has visto alguna vez a tus hijos pintándose los labios, intentando coger una corbata o probándose tus zapatos de tacón. Es una escena habitual para la mayorÃa de los padres. Disfrazarse es uno de los juegos favoritos de los pequeños de la casa. Está relacionado con la búsqueda de la identidad y saca a la luz la influencia de los modelos masculino y femenino que observan tus niños en su entorno. Estos roles los ven en rituales cotidianos como maquillarse o afeitarse, la forma de vestir y el modo de actuar de los adultos.

Jugar a mamás y papás entra dentro de las actividades que se denominan juegos de rol. Los juegos de rol consisten en que los niños interpretan un papel dentro de un imaginario contexto real. A los pequeños en edad preescolar y primaria les encantan principalmente porque les permiten “ser adultos” y “hacer lo que ellos hacen”. Pero además de ser divertido, “meterse en la piel de un personaje” aporta enormes beneficios a nuestros hijos. Es un componente clave en el desarrollo de diversas áreas de aprendizaje porque en esencia se trata de aprender cómo funciona el mundo que les rodea a través del juego.