
Dar azotes, collejas, cachetadas, insultar o mofarse del niño era una práctica habitual de disciplinar antiguamente. ¿Era la correcta? En los últimos años diversos estudios psicológicos como éste de la Universidad de Manitoba en Canadá que publica Psychcentral.com han demostrado que individuos que han sido castigados con violencia fÃsica y verbal en la infancia tienen mayor riesgo de desarrollar trastornos mentales, como ansiedad, depresión o disfunción de la personalidad. Bien es cierto que en ocasiones en las que nuestro hijo nos hace perder la paciencia, nos gustarÃa darle un azote, pero si aún tienes dudas de porqué no deberÃas hacerlo, te presentamos 7 razones que seguramente te convencerán. Tú decides, ¿castigo fÃsico (o verbal) u otras alternativas?